sábado, 19 de julio de 2014

Fin de partida.

“All life long, the same questions, the same answers.” 
― Samuel BeckettEndgame



Me asomo a los medios masivos de comunicación en Inglés. Ya hay culpables sin evidencia. La evidencia es, por supuesto innecesaria porque partimos de la premisa de la "estúpida maldad del adversario que con tal de hacer algo se pone en la mira..." Partimos también de la premisa que "el enemigo es culpable por definición, porque de lo contrario no habría por qué jugar ninguna partida", no habría necesidad de vencerlo pues la justicia y los dioses siempre están del lado "nuestro", los demonios y los estúpidos, del otro.

El reloj de los conflictos globales se acelera. Se detecta ese tufo de desesperación en la tormenta de propaganda que cumple con el mandato de hacer sonar los tambores para alinear a las mentalidades rumbo a los nuevos frentes de batalla. La suma de información ocultada y omitida por los órganos propagandísticos genera un gran túmulo de datos que deben de ser convertidos en invisibles o incinerados. No mencionarse jamás. El manto de complicidades se extiende a todos aquellos que con prudencia han cauterizado la propia curiosidad y búsqueda de órden lógico en el discurso... se permiten a si mismos adormecer a la voz que dice: "La suma no da", para poder escuchar que "2+2=5, o a 3, que importa". Hay una vida propia por vivir y ese tedioso oficio de perseguir coherencia en un océano lleno de inconsistencias es un ejercicio para inútiles que todavía se dan tiempo para pensar cuando hay tantas cosas por hacer en el día, tantos partidos de fut, tantos chismes. Tanta ropa por meter a la lavadora, tantos embotellamientos de tráfico que soportar en silencioso mal humor. Tanta vida, tan poco tiempo para meterse en asuntos que el insignificante personaje sabe no puede cambiar y porque ya es prisionero del discurso y la celda es tibia y cómoda... y hablar o pensar podría empeorar las condiciones del encierro.

En ese sentido, la guerra civil en Ucrania ya es una guerra en contra de todos los que se reservan el privilegio de buscar caminos propios, de erigir, aunque sean pequeñas, sus soberanías. El sometimiento al discurso debe de ser total, no basta con callar, poco a poco se exige que la voz se sume para demostrar la unanimidad. el fiscal no solo acusa frente al juez sino que coacciona el veredicto de "culpable" ante el jurado que erige: todos los que le escuchan... de ahí la histeria que se detecta en el vendaval de trolls y de replicadores de la indignación.

Algo ha cambiado... en el tiempo y en las circunstancias. Es demasiada histeria,  hay demasiada prisa. y la disposición de las piezas no favorece a los propagandistas a los bizarros nazis ucranianos y sus manejadores en Washigton. Estos se han encerrado en una lógica en donde han decidido arriesgar el todo por migajas. hay una... Desesperación existencial.




Buitres 

"Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.
Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.
-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.
-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.
-¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?
-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?
- No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.
-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme.
El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba." -Franz Kafka.

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