martes, 24 de marzo de 2020

Ética y estadística.



La gran tragedia de la especie humana
es que no comprendemos la función exponencial”-Al Bartlett

Leo el tweet donde se relata que un sacerdote de 72 años pide que se le desconecte del ventilador para que lo pueda usar un paciente de menor edad. Esta decisión personal es una instancia de Triage en donde a título personal un ser humano sacrifica su propia vida, que probabilísticamente pende de un hilo delgado para aumentar las probabilidades de otro ser humano que puede aprovechar mejor la terapia.
En esta tragedia, una de tantas que ocurren a diario en los hospitales, está la síntesis de lo que podríamos llamar la guerra de los adjetivos contra la aritmética. Cuando los encargados de tomar decisiones dan la cara frente a la prensa hablan de suavizar la curva o de generar un contagio regulado o de aceptar lo inevitable; de escalonar la respuesta frente a la epidemia.
Este idioma, informado desde la disciplina epidemiológica choca frente al discurso imperante de tomar a cada vida, a cada individuo, su biografía, su drama o tragedia, como irrecuperables fragmentos de un mosaico en donde si se pierde una pieza, se arruina el conjunto. Tomemos como ejemplo el reclamo hipotético "Ni un muerto mas en el combate a la epidemia" Consignas combativas, fuertes, atractivas pero perfectamente inoperantes frente a la realidad. Son reclamos que contienen el absurdo de pedir lo imposible; Recordando otra consigna, esta del 68 parisino:

"Seamos realistas: Demandemos lo imposible".
Suena bien, pero cancela la posibilidad de que alguien y su contraparte se sienten a negociar resultados frente a escenarios probabilísticos inciertos, de cara a distintas metodologías para afrontar la crisis. La lógica del "Todo o Nada" lleva inevitablemente al resultado dialéctico de NADA o en su momento, al derrumbe de la estructura social imperante; que no son resultados óptimos desde la perspectiva inmediata de la mitigación de una enfermedad. siendo esta la perspectiva del epidemiólogo.
La disciplina de estudio de la epidemiología está plagada de estos escenarios en donde el agregado de vidas humanas se convierte en números y después puntos que unen líneas en el gráfico. Quien decide estudiar esta especialidad es confrontado con la exigencia de observar friamente los resultados matemáticos de diferentes procedimientos o protocolos a seguir para controlar y eventualmente vencer una epidemia. Metido de lleno en esta disciplina, por necesidad profesional, debe de olvidar que cada número agregado es una biografía, por la sencilla razón de que ese aspecto del problema estorba para tomar las decisiones necesarias para atender la totalidad de la población que se atiende.
Plantéo que las autoridades sanitarias deben de mandar al ruedo de las declaraciones frente a la prensa a una persona que, sabiendo de epidemiología, no sea el directo responsable de las decisiones que se toman porque La prensa en su conjunto es ágrafa en temas de aritmética. El oficio de reportero de prensa requiere maestría en el uso de la palabra, en el manejo de los adjetivos para darle color y dimensión humana a la información; haciendo una generalización, no están familiarizados con la probabilidad y la estadística. Siguiendo con las generalizaciones, su perspectiva y su obligación frente al jefe de redacción descartan que pueda reflejar en su nota el tipo de dilemas que confronta un responsable de acción epidemiológica. Por perspectiva profesional y por necesidad de oficio, son adversarios. Es la batalla entre las cifras y los adjetivos.
En el imaginario, los adjetivos ganan por ser: Monstruosos, Gigantescos, Imparables, Catastróficos, Apocalípticos, Descomunales.
En la fría realidad de los recursos escasos, gana el que tenga las gráficas mejor dibujadas y presentadas.
El otro aspecto crucial para entender el trance por la que están atravesando todas las naciones es que el epidemiólogo también tiene otro adversario en el político, Este por oficio tiene "doctorado" en relaciones humanas y muy probablemente no estudió matemáticas desde que terminó preparatoria. Cuando se sientan a conversar lo primero que debe de suceder en condiciones óptimas es que el epidemiólogo le de un curso rápido de infectología y de funciones exponenciales al político. Se ha escuchado en repetidas conversaciones la frase: 

"Esta epidemia nos tomó por sorpresa"
Y es comprensible pues hace apenas unas semanas o días, los números en el gráfico eran desdeñables si no se entendía lo que significa una RØ (el índice de transmisibilidad de una enfermedad, que en el caso del COVID-19 Se reportó desde enero que era superior a 4, cuando la gripa común -ya de por si muy contagiosa- generalmente es de 1.5 aproximadamente). Y si, comprensible -Explica pero no justifica. Evidentemente hubo una falla de comunicación entre las responsables del sector salud y los políticos a la cabeza de los órganos de gobierno. Se perdió tiempo valioso para la movilización de recursos del Estado frente a una tormenta infecciosa que se anunció con un gran nivel de confianza desde que se generalizó la información de los acontecimientos en la ciudad de Wuhan, en China.
Otro aspecto delicado y generalmente fallido del manejo de esta epidemia ha sido la renuencia de varios sistemas de salud en el mundo a aplicar pruebas para determinar si un individuo ha sido contagiado. Estas pruebas deben de ser aplicadas no solo a los que muestran síntomas de contagio sino que se deben de hacer muestreos aleatorios a la población para poder determinar un dato clave que actualmente es eje del debate en la comunidad médica y científica: cuantos positivos son asintomáticos? Conocer estos números es crucial para poder determinar los recursos que se deben de destinar en estos meses para combatir la epidemia. No estar trabajando activamente en este sentido es obligar a la comunidad del sector salud a navegar entre riscos sin un mapa de ruta pues falta el dato fundamental: al proyectar el gráfico de contagios, ¿Donde se va a llegar al punto de inflexión? Saber esto es fundamental para elaborar un presupuesto y asignar recursos.

Actualmente, a ciegas, se da por sentado en el discurso que toda persona contagiada va a presentar síntomas. Esto es probabilísticamente falso, pero no sabemos el número. Sin números no tenemos como generar ecuaciones para guiar la toma de decisiones. De aquí que un día los políticos salgan a declarar que todo está bajo control para, horas después decir lo contrario. La impresión que deja en los observadores es de una profunda incompetencia en el manejo de la res pública. Y esto es cierto para multitud de funcionarios y dirigentes, desde China, pasando por la Unión Europea y sus burocracias doradas en Bruselas, Estados Unidos, México, y muchos mas, con la posible excepción de Corea del Sur que desde un principio aplicó medidas rigurosas de emergencia sanitaria aunque los números eran de unas cuantas decenas de contagiados.

La actual pandemia encierra el potencial de derrumbar a las principales economías del mundo, sus sistemas bancarios, financieros, productivos. La filosofía que impera es la de la maximización de utilidades en el marco de las cadenas productivas “Just in Time” --Justo a tiempo, sin inventarios ni rezagos ni reservas, De cadenas productivas que se extienden desde una ensalada que viaja 1,500km para llegar desde sus diversos puntos de origen hasta la mesa en donde se consume, y contemplando los celulares omnipresentes que se ensamblan en China con componentes provenientes en ocasiones de seis o mas puntos distintos. para sumar trayectos de insumos hasta punto de venta de decenas de miles de kilómetros. En ninguna parte se observa con mas dramatismo este problema que en el sector salud donde sabemos que el 90% de los insumos base para la fabricación de antibióticos son chinos. Esta centralización por “eficiencias” abre un boquete de vulnerabilidad a nivel global. Se ve en el cotidiano local cuando ha desaparecido el suministro de gel desinfectante para las manos, mascarillas y, de manera creciente, ciertos medicamentos.
Por esto hemos visto tantas reacciones dispares y declaraciones inoperantes o insultantes. Los políticos constantemente tienen que sopesar la tragedia de la pérdida de vidas frente a la pandemia; el derrumbe del sector financiero y productivo por una cada vez mas extensa cadena de impagos y quiebras y suconsiguiente ola de despidos y desempleo.
Reiterando si no recabamos la información mas rigurosa y sistematizada de la dinámica infecciosa del COVID 19 estaremos navegando a ciegas. en esas condiciones, encallar es lo mas probable.
-CARP