“La
gran tragedia de la especie humana
es que
no comprendemos la función exponencial”-Al Bartlett
Leo
el tweet donde se relata que un sacerdote de 72 años pide que se le
desconecte del ventilador para que lo pueda usar un paciente de menor
edad. Esta decisión personal es una instancia de Triage en donde a
título personal un ser humano sacrifica su propia vida, que
probabilísticamente pende de un hilo delgado para aumentar las
probabilidades de otro ser humano que puede aprovechar mejor la
terapia.
En esta
tragedia, una de tantas que ocurren a diario en los hospitales, está
la síntesis de lo que podríamos llamar la guerra de los adjetivos
contra la aritmética. Cuando los encargados de tomar decisiones dan la
cara frente a la prensa hablan de suavizar la curva o de generar un
contagio regulado o de aceptar lo inevitable; de escalonar la
respuesta frente a la epidemia.
Este
idioma, informado desde la disciplina epidemiológica choca frente al
discurso imperante de tomar a cada vida, a cada individuo, su
biografía, su drama o tragedia, como irrecuperables fragmentos de un
mosaico en donde si se pierde una pieza, se arruina el conjunto.
Tomemos como ejemplo el reclamo hipotético "Ni un muerto mas
en el combate a la epidemia" Consignas combativas, fuertes,
atractivas pero perfectamente inoperantes frente a la realidad. Son
reclamos que contienen el absurdo de pedir lo imposible; Recordando
otra consigna, esta del 68 parisino:
"Seamos
realistas: Demandemos lo imposible".
Suena bien,
pero cancela la posibilidad de que alguien y su contraparte se
sienten a negociar resultados frente a escenarios probabilísticos
inciertos, de cara a distintas metodologías para afrontar la crisis.
La lógica del "Todo o Nada" lleva inevitablemente al
resultado dialéctico de NADA o en su momento, al derrumbe de la
estructura social imperante; que no son resultados óptimos desde la
perspectiva inmediata de la mitigación de una enfermedad. siendo
esta la perspectiva del epidemiólogo.
La
disciplina de estudio de la epidemiología está plagada de estos
escenarios en donde el agregado de vidas humanas se convierte en
números y después puntos que unen líneas en el gráfico. Quien
decide estudiar esta especialidad es confrontado con la exigencia de
observar friamente los resultados matemáticos de diferentes
procedimientos o protocolos a seguir para controlar y eventualmente
vencer una epidemia. Metido de lleno en esta disciplina, por
necesidad profesional, debe de olvidar que cada número agregado es
una biografía, por la sencilla razón de que ese aspecto del
problema estorba para tomar las decisiones necesarias para atender la
totalidad de la población que se atiende.
Plantéo
que las autoridades sanitarias deben de mandar al ruedo de las
declaraciones frente a la prensa a una persona que, sabiendo de
epidemiología, no sea el directo responsable de las decisiones que
se toman porque La prensa en su conjunto es ágrafa en temas de
aritmética. El oficio de reportero de prensa requiere maestría en
el uso de la palabra, en el manejo de los adjetivos para darle color
y dimensión humana a la información; haciendo una generalización,
no están familiarizados con la probabilidad y la estadística.
Siguiendo con las generalizaciones, su perspectiva y su obligación
frente al jefe de redacción descartan que pueda reflejar en su nota
el tipo de dilemas que confronta un responsable de acción
epidemiológica. Por perspectiva profesional y por necesidad de
oficio, son adversarios. Es la batalla entre las cifras y los
adjetivos.
En
el imaginario, los adjetivos ganan por ser: Monstruosos,
Gigantescos, Imparables, Catastróficos, Apocalípticos,
Descomunales.
En la
fría realidad de los recursos escasos, gana el que tenga las
gráficas mejor dibujadas y presentadas.
El otro
aspecto crucial para entender el trance por la que están atravesando
todas las naciones es que el epidemiólogo también tiene otro
adversario en el político, Este por oficio tiene "doctorado"
en relaciones humanas y muy probablemente no estudió matemáticas
desde que terminó preparatoria. Cuando se sientan a conversar lo
primero que debe de suceder en condiciones óptimas es que el
epidemiólogo le de un curso rápido de infectología y de funciones
exponenciales al político. Se
ha escuchado en repetidas conversaciones la frase:
"Esta
epidemia nos tomó por sorpresa"
Y es
comprensible pues hace apenas unas semanas o días, los números en
el gráfico eran desdeñables si no se entendía lo que significa una
RØ (el índice de transmisibilidad de una enfermedad, que en el caso
del COVID-19 Se reportó desde enero que era superior a 4, cuando la
gripa común -ya de por si muy contagiosa- generalmente es de 1.5
aproximadamente). Y si, comprensible -Explica pero no justifica.
Evidentemente hubo una falla de comunicación entre las responsables
del sector salud y los políticos a la cabeza de los órganos de
gobierno. Se perdió tiempo valioso para la movilización de recursos
del Estado frente a una tormenta infecciosa que se anunció con un
gran nivel de confianza desde que se generalizó la información de
los acontecimientos en la ciudad de Wuhan, en China.
Otro
aspecto delicado y generalmente fallido del manejo de esta epidemia
ha sido la renuencia de varios sistemas de salud en el mundo a
aplicar pruebas para determinar si un individuo ha sido contagiado.
Estas pruebas deben de ser aplicadas no solo a los que muestran
síntomas de contagio sino que se deben de hacer muestreos aleatorios
a la población para poder determinar un dato clave que actualmente
es eje del debate en la comunidad médica y científica: cuantos
positivos son asintomáticos? Conocer estos números es crucial para
poder determinar los recursos que se deben de destinar en estos meses
para combatir la epidemia. No estar trabajando activamente en este
sentido es obligar a la comunidad del sector salud a navegar entre
riscos sin un mapa de ruta pues falta el dato fundamental: al
proyectar el gráfico de contagios, ¿Donde se va a llegar al punto
de inflexión? Saber esto es fundamental para elaborar un presupuesto
y asignar recursos.
Actualmente, a ciegas, se da por sentado en el discurso que toda persona contagiada va a presentar síntomas. Esto es probabilísticamente falso, pero no sabemos el número. Sin números no tenemos como generar ecuaciones para guiar la toma de decisiones. De aquí que un día los políticos salgan a declarar que todo está bajo control para, horas después decir lo contrario. La impresión que deja en los observadores es de una profunda incompetencia en el manejo de la res pública. Y esto es cierto para multitud de funcionarios y dirigentes, desde China, pasando por la Unión Europea y sus burocracias doradas en Bruselas, Estados Unidos, México, y muchos mas, con la posible excepción de Corea del Sur que desde un principio aplicó medidas rigurosas de emergencia sanitaria aunque los números eran de unas cuantas decenas de contagiados.
La actual
pandemia encierra el potencial de derrumbar a las principales
economías del mundo, sus sistemas bancarios, financieros,
productivos. La filosofía que impera es la de la maximización de
utilidades en el marco de las cadenas productivas “Just in Time”
--Justo a tiempo, sin inventarios ni rezagos ni reservas, De cadenas
productivas que se extienden desde una ensalada que viaja 1,500km
para llegar desde sus diversos puntos de origen hasta la mesa en
donde se consume, y contemplando los celulares omnipresentes que se
ensamblan en China con componentes provenientes en ocasiones de seis
o mas puntos distintos. para sumar trayectos de insumos hasta punto
de venta de decenas de miles de kilómetros. En ninguna parte se
observa con mas dramatismo este problema que en el sector salud donde
sabemos que el 90% de los insumos base para la fabricación de
antibióticos son chinos. Esta centralización por “eficiencias”
abre un boquete de vulnerabilidad a nivel global. Se ve en el
cotidiano local cuando ha desaparecido el suministro de gel
desinfectante para las manos, mascarillas y, de manera creciente,
ciertos medicamentos.
Por esto
hemos visto tantas reacciones dispares y declaraciones inoperantes o
insultantes. Los políticos constantemente tienen que sopesar la
tragedia de la pérdida de vidas frente a la pandemia; el derrumbe
del sector financiero y productivo por una cada vez mas extensa
cadena de impagos y quiebras y suconsiguiente ola de despidos y
desempleo.
Reiterando
si no recabamos la información mas rigurosa y sistematizada de la
dinámica infecciosa del COVID 19 estaremos
navegando a ciegas. en esas condiciones, encallar es lo mas probable.
-CARP
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