y para los que por algún motivo no pueden abrir la imagen en toda su extensión, abajo el texto.
La Mayoría.
Ya en columnas anteriores hemos revisado los retos de un equipo de gobierno (los tres poderes) frente a un pastel presupuestal y de producto doméstico bruto en permanente contracción. El acto potencialmente magistral consistía en contraer el gasto gubernamental y redistribuir las cargas fiscales para incluir, ahora sí a los morosos de siempre: la informalidad y los grandes corporativos. No se pudo, no hubo visión de estadista. El paquete aprobado en la Cámara y rechazado en el Senado combinaba lo peor del “arte de lo posible” como les gusta llamar a los políticos el oficio que practican. Lo posible, dentro de sus estrechos parámetros era fingir que las cosas podían transitar por los mismos caminos de antaño sin levantar una polvareda de irritación en la ciudadanía. Lo “posible” era, una vez más, romper con el parámetro de lo formal; llamarse a si mismos representantes populares levantando el dedo en contra del voto que los llevó a la cámara. Lo “posible” era demostrar unidad abrumadora inter-partidista para sacar adelante una propuesta que le permitiera al ejecutivo pasarle los costos de desdoro ciudadano a los culpables de siempre: Diputados que solo representan su dieta y cuyo voto transita por los arreglos de facto, en lo oscurito, en los corredores del poder y en las componendas de altos vuelos. Una mayoría de diputados resignados a ir con su podólogo anti-estrés a cargo del erario para soportar la mala vibra que les manda la ciudadanía cada que se acuerdan de ellos. Diputados que no cuentan votos sino canonjías. Con la falta de valor civil de confrontar el enojo de sus compañeros de curul, las leyes de hielo, los bloqueos y el ninguneo. Pero asimismo sin discurso para justificarse frente al electorado que había dado plenas muestras de no aceptar el paquete como se había conformado.
El engendro fiscal mexicano vivió décadas dentro del pulmón de hierro de los subsidios abiertos de PEMEX. Su viabilidad sin este poderoso motor que le ayudaba a respirar era nula a PEMEX fueron a dar todos los empréstitos que no reconoce el gobierno federal como deuda propia sino de la empresa; a PEMEX era a la que se obligaba a vivir, invariablemente, al borde de la quiebra para que las 400 personas morales Esos 400 corporativos gloriosos de la punta de la pirámide exclusivísima tuviesen el privilegio de un triple subsidio: el fiscal, pues Cantarell cargaba con los impuestos que ellos evadían; llenaban los tanques de combustible de sus flotillas de camiones y automóviles a un precio menor al costo de reposición de reservas. Y para rematar, el energético pues Comisión Federal y Luz y fuerza del centro eran obligadas a vender -desde Hacienda- a precios menores de su costo de generación. Ese engendro agoniza en el piso de la cámara de diputados en estos días. Los “representantes populares” rehúsan actuar acorde con esta nueva realidad. Es probable que muchos de ellos ni siquiera se hayan percatado de ello, en su voto genuflexo al poder se nutren de una larga tradición de lecturas respecto a lo que se espera de ellos. Modelan su comportamiento en Dn. Perpetuo del Rosal Líder de las masas en los Supermachos de Rius; o en Jilemón Metralla y Bomba de “La familia Burrón”. Se debe celebrar por un lado que encuentren en el H.C.U. LXI su raíz mexicanísima pues de un brochazo le ahorran a los ciudadanos la pena de abrigar falsas esperanzas; de dibujar en la imaginación a un diputado competente, inquisidor, alerta al sentimiento de su base electoral. Podemos descansar tranquilos en la certeza de que cuando el estereotipo despertó, aún estaba ahí, alzando el dedo.
Es curiosa la paradoja que atraviesa el país en donde los liderazgos no formales deciden sacar del fuego las castañas de un ejecutivo atrapado en la inviabilidad de su modelo. Remite a cinco sexenios de un discurso PRI-PAN que se bebió la copa entera de las instituciones legado de la etapa donde los gobiernos se identificaban con el ideario revolucionario al mismo tiempo que denostaba y vilipendiaba dicha herencia. Es resultado natural de su apuesta a que el liderazgo industrial financiero comercial que ejercen los Estados Unidos salvará el escollo de su quiebra financiera aun en marcha. No pueden todavía despertar del sueño y de las promesas de integración continental del tratado de libre comercio, de sus ansias desarrollistas de grandes rascacielos y prebendas fiscales por doquier rodeados de los cinturones de miseria resultado natural de una política de exclusiones. Con un solo voto mayoritario validaron el “Tache a todos” que comenzó a surgir en junio resultado de un desencanto frente a dos hechos incontrovertibles: los diputados son carísimos faraones que se mueven en una esfera de privilegio, lujo y exclusividad insultantes para una población que vive en la miseria y se mueven en sentido opuesto a los intereses del electorado. La minuta de debates da testimonio de una mayoría en la cámara silenciosa no apta para pedir el estrado ni establecer posición. Votaciones que buscan perderse en el mar de manos alzadas y poder decir “no fui, me llevaban”. Ya resignados a ser el pararrayos del rencor popular se encerrarán aun mas en su esfera de dietas blindadas frente a la escasez y carestía generalizadas. Esa agua que parecía ser hirviente, el darse el chapuzón en la inconsistencia ideológica en realidad era tibia y erótica bienvenida al mundo del pragmatismo en donde se premia la disciplina y se castiga la capacidad de pensar o de hablar. Diputados mudos en su arca de Noé frente al diluvio que arrasa con el futuro.
Mueve a sorna la previsión de ingresos de Carstens que piensa que puede salvar el escollo presupuestal incrementando unos puntos aquí, unos puntos allá la recaudación fiscal del 2010. Solo funciona su esquema de servilleta -en restaurant- trasnochada si, Deus Ex Machina, sacan del ataúd de la insolvencia al consumidor norteamericano. Ese mismo “consumidor” que sigue aumentando las cifras del desempleo; que insiste en no pagar la hipoteca; que corta en dos su tarjeta de crédito. Los incrementos impositivos que proponía nuestro rotundo Secretario de Hacienda habrían incrementado el ángulo de caída del consumo en México. Eso que los economistas llaman “Demanda agregada” -esto es, lo que se gasta después de la canasta básica- sigue hoy su curso natural de avión en picada buscando suelo, sin tren de aterrizaje. Los mandos todavía responden, los alerones se mueven, pero los motores están apagados. Carstens y sus cuatrocientas personas morales consentidas revisan su índice de precios al consumidor y ven un proceso deflacionario. Pero el ama de casa, representando a 112 millones de personas físicas en el país recorriendo los pasillos del mercado solo ve como la quincena “ya no alcanza”. Todo lo anterior explica a la perfección la novela de Saramago “Ensayo sobre la ceguera”. Una clase política atemorizada frente a las urnas vacías movilizando servicios secretos, ejército, maniobrando con secuestros y apagones, saboteando su propia viabilidad con tal de no ser maltratados por la ira silenciosa e indiferencia de una población desencantada con una democracia que se ejerce con las piernas abiertas al mejor postor. No hay peor ciego que el diputado cuya dieta depende de que no abra los ojos.
El engendro fiscal mexicano vivió décadas dentro del pulmón de hierro de los subsidios abiertos de PEMEX. Su viabilidad sin este poderoso motor que le ayudaba a respirar era nula a PEMEX fueron a dar todos los empréstitos que no reconoce el gobierno federal como deuda propia sino de la empresa; a PEMEX era a la que se obligaba a vivir, invariablemente, al borde de la quiebra para que las 400 personas morales Esos 400 corporativos gloriosos de la punta de la pirámide exclusivísima tuviesen el privilegio de un triple subsidio: el fiscal, pues Cantarell cargaba con los impuestos que ellos evadían; llenaban los tanques de combustible de sus flotillas de camiones y automóviles a un precio menor al costo de reposición de reservas. Y para rematar, el energético pues Comisión Federal y Luz y fuerza del centro eran obligadas a vender -desde Hacienda- a precios menores de su costo de generación. Ese engendro agoniza en el piso de la cámara de diputados en estos días. Los “representantes populares” rehúsan actuar acorde con esta nueva realidad. Es probable que muchos de ellos ni siquiera se hayan percatado de ello, en su voto genuflexo al poder se nutren de una larga tradición de lecturas respecto a lo que se espera de ellos. Modelan su comportamiento en Dn. Perpetuo del Rosal Líder de las masas en los Supermachos de Rius; o en Jilemón Metralla y Bomba de “La familia Burrón”. Se debe celebrar por un lado que encuentren en el H.C.U. LXI su raíz mexicanísima pues de un brochazo le ahorran a los ciudadanos la pena de abrigar falsas esperanzas; de dibujar en la imaginación a un diputado competente, inquisidor, alerta al sentimiento de su base electoral. Podemos descansar tranquilos en la certeza de que cuando el estereotipo despertó, aún estaba ahí, alzando el dedo.
Es curiosa la paradoja que atraviesa el país en donde los liderazgos no formales deciden sacar del fuego las castañas de un ejecutivo atrapado en la inviabilidad de su modelo. Remite a cinco sexenios de un discurso PRI-PAN que se bebió la copa entera de las instituciones legado de la etapa donde los gobiernos se identificaban con el ideario revolucionario al mismo tiempo que denostaba y vilipendiaba dicha herencia. Es resultado natural de su apuesta a que el liderazgo industrial financiero comercial que ejercen los Estados Unidos salvará el escollo de su quiebra financiera aun en marcha. No pueden todavía despertar del sueño y de las promesas de integración continental del tratado de libre comercio, de sus ansias desarrollistas de grandes rascacielos y prebendas fiscales por doquier rodeados de los cinturones de miseria resultado natural de una política de exclusiones. Con un solo voto mayoritario validaron el “Tache a todos” que comenzó a surgir en junio resultado de un desencanto frente a dos hechos incontrovertibles: los diputados son carísimos faraones que se mueven en una esfera de privilegio, lujo y exclusividad insultantes para una población que vive en la miseria y se mueven en sentido opuesto a los intereses del electorado. La minuta de debates da testimonio de una mayoría en la cámara silenciosa no apta para pedir el estrado ni establecer posición. Votaciones que buscan perderse en el mar de manos alzadas y poder decir “no fui, me llevaban”. Ya resignados a ser el pararrayos del rencor popular se encerrarán aun mas en su esfera de dietas blindadas frente a la escasez y carestía generalizadas. Esa agua que parecía ser hirviente, el darse el chapuzón en la inconsistencia ideológica en realidad era tibia y erótica bienvenida al mundo del pragmatismo en donde se premia la disciplina y se castiga la capacidad de pensar o de hablar. Diputados mudos en su arca de Noé frente al diluvio que arrasa con el futuro.
Mueve a sorna la previsión de ingresos de Carstens que piensa que puede salvar el escollo presupuestal incrementando unos puntos aquí, unos puntos allá la recaudación fiscal del 2010. Solo funciona su esquema de servilleta -en restaurant- trasnochada si, Deus Ex Machina, sacan del ataúd de la insolvencia al consumidor norteamericano. Ese mismo “consumidor” que sigue aumentando las cifras del desempleo; que insiste en no pagar la hipoteca; que corta en dos su tarjeta de crédito. Los incrementos impositivos que proponía nuestro rotundo Secretario de Hacienda habrían incrementado el ángulo de caída del consumo en México. Eso que los economistas llaman “Demanda agregada” -esto es, lo que se gasta después de la canasta básica- sigue hoy su curso natural de avión en picada buscando suelo, sin tren de aterrizaje. Los mandos todavía responden, los alerones se mueven, pero los motores están apagados. Carstens y sus cuatrocientas personas morales consentidas revisan su índice de precios al consumidor y ven un proceso deflacionario. Pero el ama de casa, representando a 112 millones de personas físicas en el país recorriendo los pasillos del mercado solo ve como la quincena “ya no alcanza”. Todo lo anterior explica a la perfección la novela de Saramago “Ensayo sobre la ceguera”. Una clase política atemorizada frente a las urnas vacías movilizando servicios secretos, ejército, maniobrando con secuestros y apagones, saboteando su propia viabilidad con tal de no ser maltratados por la ira silenciosa e indiferencia de una población desencantada con una democracia que se ejerce con las piernas abiertas al mejor postor. No hay peor ciego que el diputado cuya dieta depende de que no abra los ojos.
1 comentario:
Simplemente estupendo!!!
De una precisión corrosiva.
Lástima que los diputados no sepan leer y sepan menos lo que es la vergüenza.
Óscar Humberto Castro
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