“Siempre tuvimos en mente la posibilidad de que los ingresos petroleros iban agotarse; ahora estamos enfrentando una manifestación muy clara al respecto y por lo mismo es responsabilidad hacerle frente a esta circunstancia”, -Agustín Carstens
Quien controla el pasado controla el presente.
Quien controla el presente controla el futuro. -G. Orwell.
Al fondo de la nota publicada en milenio un colaborador anónimo se engalanó insultando a Carstens. Guardé una imagen de esta diatriba para referencia futura pues sospecho que Milenio no la va a dejar vivir por mucho tiempo. Esta sin embargo refleja mi estado de ánimo al leer las líneas de arriba en donde el Secretario de Hacienda comienza su trabajo de reescritura del pasado avisándonos que en su fuero interno ya contemplaba la posibilidad de confrontar una caída en la producción petrolera. De esta forma se alaba a si mismo informándole al congreso que desde sus oficinas se contempla el futuro con gran serenidad y se barajan todas las posibilidades pero se tiene mano firme en el timón.
Esto lo dice cinco años después de que comenzó a declinar la producción petrolera. Dicha declaración me molesta profundamente porque muestra un nivel de desprecio a la opinión pública a la cual considera un ente subnormal susceptible de escuchar falsedades abiertas y contradictorias sin chistar ni sentir la menor incomodidad, y acto seguido adorar su rotunda figura por su preclara visión que atisba escollos a largo plazo y maniobra la nave fiscal del Estado a algún puerto seguro que le construya su máquinaria de propaganda. Y nótese, de aquí en adelante el único puerto seguro para la economía es el que se pueda confeccionar desde los estudios de Televisa-Azteca, pues la conducción económica de estos personajes garantizaba un desastre. Esta camada de economistas en el poder voluntaria y conscientemente acallaron a cualquier voz disidente que quisiera alertar sobre la inminencia de las caídas pues eran partícipes en una gran estafa a la nación a la cual estaban saqueando alegremente bajo la consigna de que sus modelos de equilibrio económico eran perfectos, incuestionables; tenían la patente los Chicago Boys; eran el sendero al progreso, al empleo y al crecimiento. Con su declaración, Carstens nos asegura que es el mejor sucesor posible para el Banco de México pues en su mente es profeta de escollos y solo él podrá resolver en su alucinado modelo económico el cómo regresar al sendero del crecimiento.
Dados los equilibrios del poder, será imposible adivinar si su ineptitud, mendacidad, y cinismo le impidan acceder a las oficinas que actualmente ocupa Guillermo Ortiz Martinez. Esos defectos en las actuales circunstancias son considerados "virtudes". Felipe Calderón, al que también le gusta reescribir la historia desde la cómoda burbuja de impunidad declarativa e histórica que le confeccionan los medios masivos de comunicación se siente bien cubierto frente a las cámaras por un gabinete de descarados declarantes que van confeccionando su mentira diaria para adornar un escaparate muy Fifth avenue, New York. detrás del cual se adivina un estado fallido; la amenaza de una balcanización de la nación mexicana y un ciclo de violencia interminable en guerras mediáticas contra fantasmas que nada tienen que ver con el núcleo duro de corrupción que anida en el centro mismo del sistema que dicen defender con férrea voluntad juarista.
"Ya ni la burla perdonan". Estos son prohombres que solo dialogan en el espejo de su propio inflado ego. Habitan en el sótano de las peores premoniciones ensayando perfiles y gestos adustos de prohombres de la independencia la reforma y la revolución (neoliberal) mientras sus equipos de trabajo, sus ejercitos de asesores les confeccionan grandes hojas Excel con el listado de nombres extorsionables que puedan sumar a su "visión" de Estado.
No lo tiene todo bajo control Carstens. Sabe que la nueva camada de congresistas viene representando, con renovado empuje, el reclamo de grupos excluidos del festín al fín de la etapa de expansión económica. Sabe que tendrá que negociar finamente para conceder pedazos y migajas del pastel que dejó de crecer y ahora desaparece frente a los ojos de los comensales ansiosos. En el fondo se adivina un extraño barullo que habrá que controlar. Todas esas voces, ese griterío tendrá que ser etiquetado de "delincuencia organizada" para poderle aplicar todo el peso de la ley.
Hay otra referencia escondida en el discurso de Carstens que a los cinéfilos no se les escapará: "Cuando el futuro nos alcance" fue el título en español de una película que en su original se llamó "Soylent Green". Carstens habla desde el inconciente colectivo cuando hace referencia a esa película en sus declaraciones. Habla desde lo profundo de los mensajes cifrados respecto a la opinión que le merece la actual circunstancia política económica y las medidas que se deben de tomar al respecto. Me recuerda una lección de filosofía que recibí en donde los atenienses, fundadores de la democracia también tenían su manera de clasificar las cosas que no eran parte integral de su nación estado:
"Las cosas que no hacen ruido, las cosas que hacen ruido y las cosas que hablan"
Porque la democracia se circunscribía, claro, a "los hombres" esto es, a los que habían nacido atenienses. Esclavos, mujeres y vacas favor abstenerse de hacer barullo mientras los hombres deliberan. Carstens solo habla a los "hombres"; su "democracia" queda circunscrita a aquellos que les da categoría de iguales. Este discurso es una declaratoria de cambio de fase para sus iguales. Les está avisando que el mundo ya cambió y que tomen las medidas conducentes para defender sus privilegios. Del manejo mediático y control de daños, confiado se entrega a las manos de los que alucinan la "realidad" desde la pantalla chica.
1 comentario:
Querido Carlos:
Las mentirasno sólo son de quienes las dicen, si no también de quienes las creen...
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