
Desde hace tiempo en la comunidad de ecologistas profundos se ve con fascinado horror el crecimiento del PDB como clara señal de emergencia; un tumor que se nutre de los ecosistemas destruyéndolos; y con ellos, la viabilidad de las sociedades humanas en el corto plazo. Ahora topamos colectivamente con los límites de este crecimiento. Cuenta clara de ello lo da la ciudad de Guadalajara que tiene precisos contornos que limitan su vocación de megalópolis: La barranca, la disponibilidad de agua, el trazo original que ya no permite que el "centro" lo sea de todos, Etc. Las "soluciones" no saldrán de la burocracia. Ella irá generando "normativa" para adecuarse a la realidad. Pero los próximos 10 años se erigirán en un reto colectivo frente al cambio de fase que se está viviendo en múltiples frentes; el más crítico siendo el energético por supuesto.
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